EN LA ESCUELA DEL ESPIRITU SANTO
En la Biblia, el Espíritu Santo es el consolador, la fuerza de lo alto que viene a ayudarnos en nuestra debilidad. Para nosotros que somos tan frágiles, enfrentados a tantos combates, que nos descarriamos con tanta facilidad, esta asistencia del Espíritu Santo no es un lujo, sino un elemento esencial de nuestra vida cristiana. Sin El no podremos progresar en realidad, ni responder a este llamado a la santidad que Dios nos dirige a todos. ¿Cómo dejar que el Espíritu Santo nos guíe y nos apoye? ¿Cómo abrirnos de la mejor manera a su acción que ilumina nuestra inteligencia y fortalece nuestro corazón? El Espíritu Santo está presente en cada uno de los bautizados; El es capaz, mucho más de lo que nos imaginamos, de orientarnos y de ayudarnos por los movimientos que imprime en lo profundo de nuestra alma. Aprender a reconocerlos y acogerlos, estar más atentos a las inspiraciones por las cuales Dios se dirige a nuestro corazón para esti-mularlo, permitirá que demos pasos de gigante en la vid