1 Pedro
El apóstol Pedro escribió dos cartas que encontramos en el Nuevo Testamento. Ambas van dirigidas al mismo grupo de iglesias, al norte de lo que hoy es Turquía. Pero el trasfondo de las cartas es diferente: la primera fue escrita para animar a los hermanos en medio de la persecución; la segunda para advertirles del peligro de los falsos maestros. En 1 Pedro, el apóstol va alternando secciones doctrinales con secciones éticas. Es decir, primero expone lo que somos y tenemos como resultado de nuestra salvación, y después aplica esta enseñanza a nuestra vida diaria, exhortándonos a conducirnos de una manera coherente. Cuando escuchamos las palabras iniciales de la exposición doctrinal (en 1:3), viene enseguida a nuestra mente la alabanza similar que abre la epístola de Pablo a los Efesios. De hecho, la frase inicial es textualmente igual en las dos epístolas: Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Pero la similitud entre Efesios y 1 Pedro no acaba aquí. El tema que sigue